Sobre mí
Soy escritora del alma y sanadora de memorias.
He recorrido un viaje profundo de renacimiento interior donde la escritura ha sido mi medicina y mi altar. Mi alma ha encarnado muchas vidas en una, vidas repletas de vivencias y memorias que me han dejado cicatrices y tatuajes que son parte del aprendizaje que trasciende más allá de la materia.
Nací en Cuba, cuna de mi linaje mestizo, país en donde viví mis primeros 19 años de vida y en el cual experimenté (a muy temprana edad) las primeras vivencias que fueron marcando mi existencia; después viví en España durante casi tres décadas, país en donde empecé a forjar los primeros cimientos de la mujer en la que me he convertido, y, hoy, en el presente, resido en los Estados Unidos de América, el país en el cual he tenido mi verdadero salto cuántico.
Allá por donde voy llevo mi mundo conmigo: mis raíces, mis duelos, mis tatuajes, mi búsqueda incansable de la verdad, mis pasiones, mis amores más valiosos, mis luces y sombras, mi palabra,, mis letras… y mis alas. Hoy acompaño a otras almas a sanar aquello que duele y que cuesta aceptar, enseñándoles a recordar lo que es sagrado y que la vulnerabilidad no es sinónimo de debilidad.
Escribo para mí misma y además para quienes anhelan reencontrarse consigo mismos. Aquí comparto mis libros, mi programa “Alma Escrita”, cuadernos terapéuticos, reflexiones, autoayuda, y todo un contenido que honra lo bello y lo verdadero de la existencia. Este espacio es un refugio (mi templo), es un rincón de alimento sagrado para el ser humano y su espíritu. Este es un lugar donde el alma puede escribir, llorar, florecer… y volver a amar.
Durante años firmé como Yirka Fuentes Bello (F.B.), nombre de mi linaje creativo al cual siempre honraré. Pero hoy firmo como Yirka Gonzalez, porque este apellido de casada me ha devuelto el respeto y me dado la oportunidad de recuperar mi dignidad ultrajada, y también porque hoy mi voz florece en nuevos territorios (sin olvidar mis raíces) y trasciende más allá del ruido y lo mundano. Hoy disfruto, por fin, del privilegio de sentir a Dios obrar a través de mi palabra.




