top of page
  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram
Buscar

Cuando vuelves a mirarte y te reconoces

ree

¿Cuándo fue la última vez que te miraste al espejo y sentiste una conexión real con la mujer que te observaba desde allí? Y no me refiero solo al reflejo físico, sino a todo tu ser expandido… a tu esencia, tu historia, a tu verdad. Si te quedas dudando ante esta pregunta, este mensaje es para ti. Porque la primera conexión genuina que debemos recuperar es con nosotras mismas. Si no sientes esa conexión, ¿cómo esperas que los demás la tengan contigo? No puedes amar tu vida si no amas tu cuerpo: ese templo que te ha sostenido en todas las batallas, que ha resistido cambios, cicatrices, pérdidas y renacimientos. Hasta que no cambies la relación que tienes contigo misma, hasta que no dejes de criticarte y empieces a abrazarte entera, no podrás amarte de forma integral. Y ese trabajo, querida, solo lo puedes hacer tú.


Un ejercicio frente al espejo


Cada mañana, después de agradecer por el nuevo día, regálate este momento: Toma tu cuaderno y escribe tres frases que hablen de ti con amor y admiración. Por ejemplo:


  1. Qué mirada tan hermosa y profunda tengo.

  2. Me encanta mi sonrisa.

  3. Me he convertido en una mujer maravillosa.


Después repite estas frases en voz alta frente al espejo. Hazlo con intención, como si estuvieras sembrando semillas de luz dentro de ti. Con estas pequeñas acciones comienzan los grandes cambios.


Has un inventario de tus verdaderas riquezas


Escribe cuatro cosas por las que te sientas una mujer abundante. No hablo de lo material, sino de lo esencial:


  • Una salud maravillosa.

  • Una familia que amas y que está sana.

  • Un trabajo que alimenta tu espíritu.

  • Tu capacidad de resiliencia y fortaleza para levantarte después de cada caída.


Este simple ejercicio entrena a tu mente para mirar lo que tienes y no lo que te falta. Y cambia tu energía de la escasez a la gratitud… y la gratitud, déjame que te diga, abre las puertas a la verdadera abundancia.


La mujer que se reconcilia con su historia


Hoy estoy aquí porque aprendí a encontrarme conmigo misma. No fue un camino rápido ni fácil. Fue un proceso de respirarme, de escuchar mi silencio, de abrazar mis sombras y de besar cada cicatriz como quien acaricia un mapa sagrado. Me reconcilié con la mujer que soy: la que ha amado y perdido, la que ha llorado y sanado, la que ha reído y vuelto a empezar. Entendí que ser una mujer tremendamente atractiva y plena no tiene que ver con modas ni apariencias, sino con la libertad interior. Cuando te conviertes en tu mejor amiga, cuando dejas de buscar validación externa y empiezas a vivir desde tu plenitud, algo dentro de ti cambia para siempre. La mujer que tiene las agallas de soltar memorias dolorosas y culpas viejas, esa mujer se ilumina a sí misma. Este tipo de mujer ya no vuelve a marchitarse ni se empequeñece. No necesita imponerse para ser respetada. Su sola presencia transmite poder y calma. Ella mira su pasado con respeto pero esbozando una sonrisa que dice: “Estoy aquí… y soy poderosa”.


Querida mujer, si estás leyendo estas líneas, tal vez sea el momento de que tú también te mires al espejo… y por fin, te reconozcas.


Con amor profundo: Yirka Gonzalez


ree

 
 
 

Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
bottom of page