El inicio del verdadero comienzo

Cuando echo una mirada en el tiempo, descubro todo lo que fui capaz de soportar. Hoy, a mis 53 años, agradezco cada instante: lo bueno, lo malo, lo muy malo y hasta lo insoportable. Todo me ha traído hasta aquí.

Recuerdo las noches interminables sin sueño, con lágrimas ahogando mi pecho y una soledad que se incrustaba en mi alma. Recuerdo haber deseado desaparecer, convertirme en algo etéreo y traspasar aquella puerta hacia un lugar de amor, paz y armonía que intuía, aunque aún no conocía.

Desde niña sentí que no pertenecía del todo a este planeta. Miraba al cielo buscando señales, recordando vagamente que había venido de otra parte, de las estrellas, quizás. Conmigo cargaba un vacío existencial, heridas en la mente y en las entrañas, hambre de pan y hambre de amor. Y aunque alguna mano se extendió hacia mí, mi silencio me aprisionó entre rejas invisibles durante décadas.

Hoy sé que fui profundamente valiente. Que los niños, por amor, y a pesar de su vulnerabilidad, soportan dolores inimaginables. Y que si esas heridas no se sanan, cuando llegamos a la madurez seguimos atrapados en duelos, relaciones vacías y heridas abiertas.

Hoy, miro atrás y digo: gracias. Gracias a mi incansable espíritu que nunca dejó de luchar por reencontrarse. Gracias a la chispa que me mantuvo con vida, incluso cuando todo parecía perdido. Gracias a Dios que nunca me soltó, aunque yo no lo viera.

Ahora respiro con gratitud. Y aunque dicen que a los 50 estamos más cerca del final, yo sé que estoy en las puertas de un gran comienzo: un comienzo de gloria, de discernimiento, de amor y propósito. Ya no me atrapan las banalidades. Estoy en mi centro, cumpliendo el pacto que hice con el Creador.

Soy Yirka Gonzalez, escribana de las almas. Y hoy, a mis 53 años, afirmo con certeza: "este no es el final, es el inicio luminoso de mi verdadero destino."

Con profundo amor: Yirka Gonzalez