Monólogo de la muerte
- yirka9905
- 30 jul
- 50 Min. de lectura
Actualizado: 1 ago

Escrito y publicado por primera vez en enero del 2015, un año y once meses antes del fallecimiento de aquel que fue comandante. Un relato que escribí al sufrir una especie de catarsis en una noche de principios de enero del 2015. Un relato en el cual me dejé la piel y lágrimas al escribirlo, al rememorar mucho de lo vivido y documentado por decenas de personas que con su testimonio permitieron que yo, después de mi catarsis, escribiera este simbólico relato. Fue como un enjuiciamiento que a mi manera y un tanto especial le hice a él, al comandante. Pero, para mi pesar, en noviembre del 2016 se marchó del mundo de la materia y no pude ver cumplido mi sueño. Sin más, deléitense en este particular monólogo.
Monólogo de La Muerte
Son las 3:00 a.m.; hora en que salen los muertos.
En una mullida y acogedora cama reposa dormitando el cuerpo de un anciano. Sólo duerme su cuerpo mientras su alma vaga en solitario por las espirales de otro plano intentando hallar un consuelo o tal vez un bálsamo que la calme ante su desespero. Las voces de ultratumba hacen su aparición en la habitación lujosa y fría (a pesar de su calor). Cada noche estas voces del más allá cumplen con su misión de incordiar y de torturar al durmiente a través del sueño. Gritos de: “libertad, justicia, todo ha sido una mentira” se pueden escuchar tras las paredes silenciosas. Un rostro marcado por el tiempo, el vacío, las arrugas de sufrimiento palidecen a aquél que una vez fue todo brío. El cuerpo del anciano se estremece. Sus párpados tiemblan y se mecen angustiados intentando en ese plano del sueño conseguir un recóndito lugar en el cual poder esconderse para huir de los lamentos mortuorios. Difuntos conocidos y desconocidos cada jornada nocturna se reúnen en su particular liturgia. Los dedos delgados del anciano se mueven y de forma inconsciente se aprietan con sus puños. Sus piernas buscan también de manera involuntaria el arropo de unas sábanas de seda, unas piernas que buscan por toda su cama el abrigo de otro cuerpo, sin embargo no hallan ninguno. El alma sufre, se tortura, queda atrapada noche tras noche en la poderosa tiniebla. Entonces llega ella, la omnipotente y poderosa ente. Y como no puede ser de otra manera es ella quien habla, discursea y vaticina lo que por ley divina le corresponde. Inhibir y recibir el último aliento.
Mi discurso. Soy La Muerte
No pienso ni quiero tener cortesías ni misericordias contigo a la hora de decirte la razón por la cuál hago hoy mi aparición directa frente de ti. Sencillamente prevalezco el mando y el poder que por naturaleza me corresponde. Me estás sintiendo, lo sé, percibo el aliento de tu alma. Sólo espero y en verdad así lo creo que mañana al despertar si es que lo haces, sientas la necesidad y obligación de trasmutar los hechos ya acaecidos. No soy Dios, pero por Él existo. Yo, La Muerte, carezco de sentimiento. No existo en la coexistencia del ser para amar. Sólo soy un motor hacia otro plano, soy el cambio. No doy la vida corpórea pero a su vez doy la del espíritu. Soy Yo quien quita la última respiración. Soy Yo quien muestra al moribundo el transcurso de su vida en el instante de su partida. No siento nada en ese instante, sólo cumplo, inhalo aquí el último suspiro y a su vez doy la vida en el otro mundo, por lo cual no piense usted que mi misión es la de juzgarle. Soy y seré siempre imparcial. Mi cometido es mostrarle y darle a elegir si quiere continuar viviendo o si decide marcharse conmigo. Lo hago a través de mi pantalla en donde el que marcha observa su cosecha, es entonces cuando elige. A veces me presento de manera fortuita, accidental, forzada, otras veces hago mi aparición de manera sigilosa y lentamente con agonía, en algunos de estos casos debe sufrir el alma en este purgatorio viviente pues la marcha no puede ser dulce ni tranquila. Es lo que hago con su partida, porque la suya debe de ser lenta y justa en el preciso instante. Primero debe observar todo aquello bueno y malo que ha sembrado en su paso por la tierra. Así que sólo observa lo que te ofrezco y medita. No te juzgo, sólo te muestro. Aprovecha mi visita nocturna y ojalá cuando despiertes tu alma te muestre el camino a seguir. No desperdicies la oportunidad de enmendar y de subsanar. Limpia el aura de ésa que proclamas tu isla. Libérala de la decepción. Entonces pues, seré lo que soy, La Muerte. Como tal me muestro ante ti. Existo sólo con y en la verdad. Nada quedará lejos de mi pantalla retrospectiva.
Tu ardor retórico te ha hecho siempre sentirte ganador y poderoso ante las masas. Jamás has admitido fallo y equivocación alguna. Has conseguido todo lo que has querido en la vida, tal vez por ello el vacío en tu interior ha tomado mayor magnitud. Te he observado siempre desde muy de cerca y por tu mismo poder victorioso ante las adversidades te has convertido en esclavo de tus propias palabras. Siempre te centraste en tu camino, en el sendero del poder y de la victoria. Por conseguir cada propósito tu gran creencia en ti mismo (ante los ojos de tu propio dios interno) te hizo un ser gobernante e implacable a la hora de tus actos. Admito y reconozco tu gracia pero siempre estuviste lejos de ser un dios de verdad. Supersticioso como buen cubano, tu alianza con la santería te ha dado fuerza sobrenatural ante las masas. Hablador y orador casi más que nadie, intrépido, guerrero, medio brujo diría yo, muchas virtudes, tantas como defectos. Tu inmenso ego te llevó a creerte tan imprescindible como la lluvia, semejante cosa en realidad nunca lo fuiste. Hubo un instante en tu larga vida política que tú mismo te hiciste sentir omnipotente; ¡vaya insensatez! Esos enormes y casi interminables discursos que con el tiempo te fueron convirtiendo en un hombre parlanchín, que se iba aprisionando a sí mismo en su propia espiral de mentiras. Sólo en tus comienzos -cuando aún tu hambre voraz de codicia no se había hecho tu dueño- emocionabas y provocabas algarabía e ilusiones, pero eso fue sólo muy al comienzo. Sí, luchaste por ser leyenda y sí señor, lo conseguiste. Sí, tuviste riqueza oratoria, conseguías un tono para cada conversación, buenas tácticas y las palabras justas en cada momento, otro gran error, hoy el tiempo también te pasa factura por ello. Sin duda alguna una personalidad más que compleja. Algunos creen que fuiste tocado por el dedo de Dios porque dicen que es imposible que un pueblo entero, aún estando exhausto, soporte tanto calvario. En algún instante de tu carrera política hasta una hermosa y libre paloma hizo acto de presencia en uno de tus discursos e incluso consiguió posarse sobre tu hombro, con este hecho y de una manera mágica, esta ave demostró sentirse en unión y equilibrio con tu propio ser, cosa que a las masas y a los más creyentes les hizo entrever tu supuesta y perfecta casi alianza con el Altísimo. También por esto el tiempo te pasará su cuenta. ¿Pero fue siempre todo blanco ante los ojos de Dios? En infinidad de ocasiones supiste salir airoso al Yo presentarme en tu camino dispuesto e incitado a terminar con tu existencia. Buen conocedor de la brujería Yoruba. La bella África te entregó tesoros imborrables que sólo la naturaleza puede ofrecer. Allá por los años 80 pulcro e inmaculado te paseaste en tu período de blancura cuando fuiste coronado en África. Al marcharse de este mundo tu mano fuerte en la santería (tu amiga y consejera espiritual) decidiste iniciarte en la religión sabia ancestral de La Regla Lucumí, tenías muy claro que toda la ayuda posible era poca. Tu propósito era uno. Ser dueño y señor de una isla aislada del mundo. Hoy te digo, anciano, que hasta tus mismos santos yorubas te rendirán cuenta en éste, tu casi momento de partida.
Tu comienzo fue de gloria tal y como lo deseaste. Tu entrada fue magistral, sin duda, pero tus enormes méritos han empequeñecido ante la nada diaria que has engendrado con tu mal mandato. Tu pueblo muere y no es por mí. Estoy en todas partes como aura tiñosa olfateando desgana, desilusiones, zombis andantes por un camino sin destino, a pesar de ello, esperanza tampoco cesa de pasearse por las calles tenebrosas emanando sus destellos por si acaso quedara algún mañana, un mañana que retumba en entredicho. Existe sólo el día a día. Para una gran mayoría la única salida es mudarse al otro lado de las 90 millas; “por lo menos allí se come”, dicen muchos. Familias enteras destrozadas, separadas por la pérdida de un ser querido, la separación, las soledades, has enfermado a demasiados millones de seres. Por mucho que se posea a nivel material en tu propia tierra, en realidad se pierde todo y no se tiene nada en el preciso instante en que se vuelve a empezar lejos de la tierra que te vio nacer. Veo por doquier a personas que dejaron atrás todo por ir en busca de aquello que por derecho divino les corresponde, la libertad, sin embargo muchos se encuentran prisioneros de un recuerdo, de un olor perdido, de una tierra añorada, de los amores dejados y de los muertos enterrados. En algún minúsculo intervalo de tiempo, ¿te has puesto a pensar en la dimensión que ha tomado tu mal actuar?, ¿qué adoctrinaste, anciano, cuáles fueron tus erudiciones que ya a sol de hoy sólo cenizas quedan? Tantas sartas de mentiras y de irrealidades. Has tenido por fortuna la inmensa suerte de gobernar un país hasta más allá de lo inexplicable. Años y años han ido cayendo de manera descomunal en un pueblo que sin apenas darse cuenta se les iba privando del mayor regalo que el ser humano posee, su libertad. Cosechas perdidas y monopolizaciones de toda una isla que ha pasado de ser rica como las que más a convertirse en un caimán dormido y famélico. Cuba siempre ha sido una isla poderosa y mágica como jamás podrás imaginar. La sabiduría de sus aguas profundas no sólo cobijan un mundo coralino y marino hermoso sino también una ciudad piramidal e imperial que en el pasado poseyó un inexplicable y divino grado de desarrollo espiritual. Cuba y el mestizaje de sus gentes han hecho de ella cuna de linajes maravillosos y fuertes. Su rica tierra, el embrujo de su cielo. Tantos mártires e independentistas que han derramado su valiosísima sangre por esta isla adorada. Una tierra que clama amor y paz por sus cuatro costados. Tierra que ha sido capaz de soportar el dolor del exterminio de una raza, la india, y del sometimiento de la esclavitud de los negros. ¡Oh, en verdad no sabes lo que has tenido, pobre anciano!
Y hoy me encuentro yo aquí discursando por el simple y mero hecho de descubrir cómo y cuándo pongo fin a tu existencia. Voy hacerlo, pero primero debo actuar de la única manera que sé hacerlo. Retransmitiéndote en síntesis, como en una película, con hechos verdaderos y acontecidos los ya 49 años de tu dictadura nefasta, continuando al frente hasta los días de hoy como una sombra que vigila cada paso de tu hermano Raúl Castro, el cual actualmente está al mando del poder convirtiendo así, dicho mandato, en una dinastía castrista. Aquí te muestro tu "bondad" y tu maldad. Tu cosecha. Tu vida como político y líder en éste, tu camino.
El comienzo.
Viniste al mundo allá por 1926 en un pueblo de la provincia oriental del país. Ese día en el cielo se meció una gran tormenta, Shangó, estoy segura/o estuvo presente en tu nacimiento. Se materializó un instante casi apocalíptico, seguramente que hasta hubo una casi alineación de los planetas de nuestra galaxia y todos se estremecieron ante tal acontecimiento, como en otras ocasiones, la llegada de una figura importante a la humanidad viene acompañada de seísmos universales. Tu llegada como hombre a la tierra estremeció con posterioridad el futuro de un país. Eres el quinto de nueve hermanos. De familia respetuosa, decente y de bien pero no de esas acrisoladas en la riqueza. Fuiste intrépido y desobediente desde joven, tal vez por ello en la adolescencia te mandaron a estudiar internado a un colegio de Jesuitas en Santiago de Cuba. Tu calidad de pueblerino te llevó a ser objeto de burla ante tus compañeros, se mofaban de ti por tu origen campestre. Te licenciaste en Derecho en la capital habanera. Cada vez eran más continuas tus protestas y provocabas a los estudiantes y les incitabas a disturbios y alborotos políticos. Sí, fuiste alborotador y luchador desde que apenas eras un joven muchacho. Todo tu ser y espíritu te pedían luchar. Tus ansias de pelea crecían a la par de un régimen político de derecha que dirigía por ese entonces al país al cual según tú y otra gran mayoría, iba a subordinar a la isla a su antojo y conveniencia. Sin embargo hoy la historia demuestra quién en realidad subyugó a todo un país
Allá por 1953 un grupo de revolucionarios jóvenes y valientes encabezados por ti y tu hermano Raúl Castro, iniciaron el asalto al cuartel Moncada con el fin de provocar una revolución e incitar al pueblo a levantarse contra la dictadura Batistiana, cosa que después no ocurrió y por ende tu grupo de hombres y dos mujeres sufrieron una gran derrota, más de la mitad murió, Raúl y tú lograsteis escapar pero a ti al cabo del tiempo te apresaron y tu hermano, familiarizado contigo, se entregó a las autoridades. Con vuestro encarcelamiento intentaban sofocar algún que otro posible intento de hacerse con el poder. Asumiste tu propia defensa y gracias a ese poder interior que posees por naturaleza, te defendiste y gritaste en aquel discurso defensor la inolvidable frase (de la cual también te apropiaste) “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”. Pero a pesar de ello la condena se hizo vigente y fuisteis llevados a una isla incomunicada a cumplir una condena de 19 meses, cosa que después no sucedió ya que gracias a una amnistía política decretada por Batista con el afán de obtener fama y popularidad y, además, por alguna influencia femenina que hubo por ahí, quedasteis libres a los pocos meses.
Marchas de la isla rumbo a los Estados Unidos y tras llevar un tiempo residiendo en Nueva York partes a México y ahí, entre tantas otras personas, conoces a un militar republicano español que junto a él te preparas para un nuevo intento de ataque revolucionario. La idea se mantenía. La guerrilla era un grupo de hombres fuertes con sangre caliente, seres dispuestos a todo por ver una "Cuba libre". Esos 82 hombres provenientes casi todos de América Latina, darían un vuelco tremendo al futuro de una isla que entonces y según una parte de la historia, se había convertido en un prostíbulo americano. Pero algo fallaba. A pesar de las tácticas estudiadas no acababas de dar el golpe primordial, aquél que te llevaría a una cima imperial pero huracanada, un triunfo que con los años sería famélico para un pueblo. Tras el siguiente intento de ataque fallido comprendiste que la idea de acabar con Batista era fehaciente pero la forma con que estabas llevando a la práctica tus ideas no era la correcta. Fue entonces cuando comenzaste a incitar a la plebe más humilde, los campesinos, mediante charlas que les convencían y los adoctrinaban. Hablabas directamente con ellos, te introdujiste en la madre naturaleza, te encomendaste a la tierra y convenciste a los campestres a que se introdujeran en la guerrilla.
Allá por 1956 junto con tu guerrilla te asientas en la Sierra Maestra. Los años posteriores hasta el 59 fueron de continuos ataques y estrategias para conseguir hacerte con el poder. Guevara por esos años hace su aparición y su une a tu ideal, ideales que con los años venideros les convierten en inseparables y a la vez en causa de un final (para el Che) que el mundo desconoce.
Entras victorioso en La Habana en 1959. Ahí das comienzo con los asesinatos a los opositores de la revolución. Todo aquel que no era partidario de tu política o le dabas billete abierto para que abandonara su tierra o simplemente mandabas a tu batallón a cometer la carnicería. Millares de personas se vieron forzadas abandonar la isla dejando atrás sus hogares, familias, amigos y bienes. Las manifestaciones se extendían por todo el país con gritos de “libertad, Fidel, Fidel, el pueblo está contigo, abajo el imperialismo yanqui”. Lograste llevarte contigo a la clase más ignorante y pobre del pueblo, con ellos te fue mucho más fácil el populismo. ¡La armaste bien gorda desde al comienzo, viejo! Ya posicionado triunfador, das comienzo a las leyes y reformas en todo el territorio cubano. Creas un ejército para ti solo, un inmenso grupo de hombres armados, fundados y educados sólo para aniquilar a todo aquel que fuese en tu contra, hombres y mujeres bien doctrinados sólo para defender tu nombre y figura y, cómo no, defender todo aquello que pasó a ser tus intereses. Das inicio a la campaña de alfabetización, a la campaña de salud pública, cosas positivas para el pueblo, claro está, pero a tu paso no sólo ibas creando, a la vez también ibas destrozando. Nacionalizas las más importantes compañías, las industrias más grandes y significativas, más del 70% de todas las tierras del país, el total de la banca, las grandes fábricas, los centrales azucareros, la minería, el petróleo con su depuración y extracción, todo el comercio que entraba y salía, todas las televisiones, radios, prensa, las líneas de autobuses, líneas aéreas, ferrocarriles, todo, de absolutamente todo te adueñaste. Aunque por un lado creaste la alfabetización, por otro lado nacionalizaste y te adueñaste de los centros de educación y también de los centros de salud. En fin, interminable es la lista de apropiación por tu parte de todo lo que existía en la isla, de toda aquella potencia económica que creaba la riqueza y estabilidad del país. Naturalizas a todo un pueblo como sistema socialista aunque claramente desde el principio se vio tu orientación por el Comunismo. Comienza entonces tu era. Una era que para tu pesar, desde tu iniciación como Comandante, no fue del todo luminosa aunque muchos digan lo contrario. Mucho antes de que impusieras tu ley y te apoderaras totalmente de la isla, entre todas en el Caribe Cuba fue la reina del turismo, después, ya instalado en tu gobierno, con tu política hostil hiciste desaparecer todo aquello que fuera turismo capitalista y de burdeles para el adinerado. Cierras casinos, clubes nocturnos, todo lo pones en manos del pueblo, con ello sofocabas todo recuerdo de la era Batistiana. Este fue otro gran error, porque nada tenía que ver el turismo que acentuaba la estabilidad y economía de un país, con tu odio acérrimo hacia toda la parte negativa del mandato de Furgencio Batista. Pero los años venideros hicieron que tú también sucumbieras en la golosa y nada chiflada idea de levantar al país con la entrada del turismo, descubriste que ante tu miedoso fanatismo por hacer sentirse al pueblo deshonrado por la admisión de turistas, comprendiste que abrir las puertas al turismo fue tu pasaporte de salida.
Orondo y feliz brindaste junto a tu ejército por el triunfo en Bahía de Cochinos cuando, organizado por la CIA, Kennedy mandó una ofensiva a la isla, hecho que supuso un vergonzoso fracaso norteamericano, una derrota que afianzó mucho más tus lazos con la antigua Unión Soviética. En 1962 se tambaleó el mundo por la crisis de los mísiles en Cuba, al borde se estuvo de una guerra nuclear. Por entonces también había dado comienzo el "bloqueo de los Estados Unidos", un embargo comercial, financiero y económico que en realidad nunca ha existido de la manera con que se ha contado en la historia, un bloqueo que a día de hoy ésta más que obsoleto (como tu mandato), un embargo que perdura todavía (siguen hoy mal diciendo ciertas lenguas, que no quiere decir lo mismo que maldiciendo) y que dio comienzo en tus principios como respuesta de los americanos a todo lo expropiado por ti y por tu gobierno republicano, que confiscó los bienes de los ciudadanos que como despojo humano fueron echados de su tierra. Además, agrego, que dicho embargo se ejecutó también en represalia por todas las fábricas y compañías estadounidense de las cuales os adueñasteis, -sobre esto te removeré mucho más la memoria cuando llegue en mi relato a los días de hoy-
Al filo se estuvo de una gran hecatombe gracias al enfrentamiento entre las dos superpotencias de entonces. Si la Unión Soviética hubiese lanzado sus mísiles, de seguro Estados Unidos remontaría creándose así una guerra mundial. Al final, tras una extensa negociación secreta se llegó a un acuerdo y la hermana Rusia desmontó y sacó los mísiles de la isla y los americanos levantaron la mano del botón, momento en el que se inventa de manera popular el llamado teléfono rojo entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, cualquier malentendido era preciso ser subsanado. Tras esa crisis de los mísiles la paz siempre estuvo en entredicho. Tu alianza con los rusos se hizo poderosa y el intercambio de favores duró años cuyos intereses expansionistas sirvieron en los años venideros enviando a hombres militares, médicos, profesores, etc. a Angola, Etiopía o Mozambique. Entre tantas muchas cosas que obvio recordarte no puedo olvidar mencionarte la aparición en esta etapa de la más inédita e inmortal libreta de abastecimiento. Para un pueblo que antes de tu llegada estaba acostumbrado a una totalidad económica y casi montados sobre una tecnología americana, la aparición de esta libretita provocó un cambio drástico material y de costumbres en el cubano.
En 1963 visitas por primera vez a la que sería tu hermana y aliada durante muchos años, la Unión Soviética, ahí eres condecorado como héroe de la URSS. También en este año se asesina a Kennedy, esa extraña muerte (ya hoy no tan extraña) que daría el comienzo de una era distinta que traería consigo hombres y mujeres que lucharían en contra de lo que se llama el "Nuevo Orden Mundial". En el mismo año los rusos provocaron un escándalo prófugo de espionaje en Inglaterra. Una vez más el mundo entero en movimiento y el nombre de un señor se escuchó y se proclamó por cada rincón de la tierra, sí anciano, tu nombre. Por estos años y durante unos cuantos más de la época de los setenta, Cuba recibió a unos pocos extranjeros con el pretexto de mostrar al mundo sus logros alcanzados gracias a su sistema socialista. Pero pronto y gracias al declive que viviría la industria azucarera y a la malgastada economía, darías un giro rotundo al turismo internacional.
En 1965 Ernesto Che Guevara abandona y dimite y marcha rumbo a África. Dos años después su cuerpo fue encontrado en un hospital de la selva boliviana. ¿Cómo lo llevé conmigo a la dimensión de las almas?, el mundo lo desconoce. Discrepancias por doquier. Muchos dicen que fue capturado y torturado por el ejército boliviano en colaboración con la CIA, otros testifican que fue asesinado de manera oculta por hombres que compartían su mismo ideal. En definitiva, un ídolo de la revolución para muchos y un asesino para muchos otros.
En 1968 nacionalizas también las pequeñas empresas. Esos menudos comercios, aquellos, los más humildes que daban subsidio a los obreros de la sociedad, a esas campechanas familias que comían gracias a sus pesitos sacados de sus puestitos de fritanga, de maní tostado, de sus barberías y de las peluquerías sencillas, de las poncheras, de los carritos que vendían sus bocadillos de lechón por las calles, las mini pescaderías, las fondas de comida casera, las quincallas, los talleres de costura, interminable la mención de los minúsculos negocios de los cuales vivía la clase más humilde. Nada podía estar fuera del Estado, todo debía y tenía que ser a nivel estatal. A partir de aquí y hasta unos años por llegar liquidas la totalidad de las actividades económicas, sólo la estatal era posible, esto trastocó de manera traumática todos los resortes de la manufacturación, del empleo y del consumo.
Monopolizas todo, inclusive diría yo que hasta monopolizas las almas de los cubanos. Es insólito en lo que lentamente pero sin pausa fuiste convirtiendo a una isla que a tu comienzo poseía una de las renta per cápita más importante de América Latina. Cuba, país productor y exportador de azúcar, a los días de hoy casi el total de sus centrales se encuentra en un perenne paro. Ibas como una alimaña creando sueños falsos a la vez que expropiabas y devorabas la fuerza e idiosincrasia verdadera del cubano. Para ti no existía el equilibrio sino la posesión y un odio atroz que hasta los días de hoy continúas poseyendo hacia los Estados Unidos. Ese odio ha sido quien te ha llevado a la perdición, anciano, aunque hoy me cuestiono el hecho de que ese odio no haya sido parte también de un plan.
Poco a poco fuiste ganándote la confianza de los estudiantes, bastaba con que escucharan tus discursos y anécdotas que como tal les ensimismaban en unas esperanzas e ilusiones sinsentido, los mismos discursos e historias que con los años venideros han ido convirtiendo a otros jóvenes sin una naturaleza bien definida a nivel social e ideológico pero sin embargo jóvenes despiertos, puesto que muchos comenzaron a precisar que detrás de tanto socialismo-comunismo una gran falacia se cernía ante ellos sin apenas poder vociferar el grito más estruendoso que unas cuantas décadas atrás se había escuchado, “libertad”. Lo que sí puedo decirte es que apesar de tu ardua y destructora labor, al mismo tiempo, la esencia del cubano sigue muy viva en muchos y allá por donde pasa la inmensa mayoría esparcidos por todo el mundo andan reivindicando quiénes son y de dónde vienen, su música y folclor, su poesía y romanticismo, ese patriótico amor por su tierra mestiza. Sigue ahí la gran creatividad e inteligencia que poseen a pesar del mal que has engendrado, aunque, sí es cierto, muchos continúan dormidos acompañados de un inmenso dolor y de un trauma incurable por causa del exilio.
Los años setenta. Nacimiento de la ceguera.
Te rodeas de fieles seguidores en tu partido, prácticamente ninguno podía discrepar contigo, un clave reflejo de tu personalidad autoritaria, nunca has soportado que te llevasen la contrario. La idolatría era la mejor prueba de fidelidad a ti. Irrumpes en los hogares y te adueñas de los más inocentes. Juramento de cara al sol pone sello al entierro en vida de todo un pueblo. El mundo no existe para el cubano, no cabe ocasión alguna para el conocimiento del más allá de las costas, todo intruso que se atreviera a descubrir más allá de las aguas cristalinas isleñas, pagaría su atrevimiento con cárcel o conmigo. No existe tiempo ni espacio ni preciso momento alguno, para Yo hacer mi acto de presencia. Estoy por doquier, anciano.
En 1970 mandas a todo el ser humano posible para la zafra. Aquello fue de locos. Personas de diferentes profesiones tenían que cumplir su jornada en los campos de caña, aún así no se consiguió el propósito. Luego te empeñaste en que prácticamente toda la población debía ser universitaria; ¡a estudiar todo el mundo! Venga el país lleno de médicos, abogados, ingenieros, odontólogos, etc.; decidiste que la tierra no importaba, un abandono total a la agricultura, la zafra se esfumó, era otra de tus locuras. Un país que se autoabastecía por sí mismo de pronto se vio inmerso en una pobreza general. Las contradicciones de la vida. Cierras los centrales por estos años y ahora, en la actualidad, no tienes ni idea de cómo volver a ponerlos en marcha. Tu muy segura y falsa independencia te llevó a rechazar siempre toda ayuda posible y rehusaste comprar piezas para las viejas industrias, para los carros, para las fábricas, todo quedó como reliquia recordando aquella Cuba majestuosa que como espíritu se mece en el recuerdo.
En 1975 comienza el conflicto más largo de África y uno de los más dilatados de la guerra fría. Empieza el envío de cubanos rumbo a Angola, el compromiso con este país es más que un hecho. Una deuda que jamás has enmendado y no te hablo de la deuda económica que has dejado con la adquisición de armamento, sino que te hablo de la deuda dejada en las familias. Un cementerio inmenso casi imposible de transportar hacia la isla. Estuve presente ahí. Hombres que sufrían y clamaban el final de una guerra que tardó en llegar. Un trauma tremendo ha quedado en los hombres que con suerte lograron salir vivos de esa masacre, heridas que jamás cicatrizarán ni siquiera en los más pequeños de los hogares. No, para los miles de cubanos que acudieron mandados a una guerra que no les correspondía, sólo odio, tristeza e imágenes fatídicas crucificadas en sus mentes y en sus pupilas, ha quedado. Para las familias cubanas la llegada del fin de año no sólo significaba el final de otros 365 días y del final de las temporadas huracanadas sino también el retorno de las tropas cubanas a la isla, más que una fiesta, era un milagro de vida. La utilidad que ofrecían muchos hombres y mujeres fue más que gratificante en el plano humano para casi todos, pero las secuelas internas también han dejado mella en sus almas porque no sólo se muere físicamente, sino también se perece en espíritu. Y como siempre digo, las guerras no van unidas al equilibrio de la vida y de la muerte natural.
El odio oculto hacia ti y hacia tu partido crece como la mala hierba. Eres oscuridad de tu pueblo y candil para el mundo. La mentira engorda y la ceguera se esparce por todo el territorio. Nada es lo que dijiste en tus comienzos. Me encuentro vagando entorno a ti, te olfateo muy de cerca. Atentados van y vienen para terminar con tu existencia. Me hallo hasta en los sitios más recónditos e incomprensibles. Pero por entonces ahí tu final aún no estaba escrito. Te arropas con tus perros carroñeros y el desconocimiento (y los intereses en común) de algunas partes del mundo te protege. En 1976 un grupo de terroristas coloca una bomba en un avión y mueren más de setenta ocupantes. Fundamentas el atentado como antimperialista. Tus días estaban siendo contados por millares de seres vivos y no sabías que sobre ti se emergía una nube negra de odio, odio que tú mismo hiciste crecer con tus asesinatos y tu opresión.
Los actos políticos eran obligatorios (siguen siéndolo a día de hoy), todo aquel que no acudiera a ellos a rendirte tributo y pleitesía se le tachaba de gusano o contrarrevolucionario. Horas y horas te metías en esa Plaza de la Revolución hablando sin parar como si con ello hipnotizaras a toda una plebe que con los años venideros, desearía que en más de una ocasión hubieses quedado mudo porque, ¡tanto mentiste, tanto ofreciste!, que ya ni tu mismo partido era capaz de aguantar tantas mediocridades dichas en una especie ya de letanía. Las elecciones que según tú eran democráticas, no eran más que una forma de imponer tu voluntad privando con ello la libertad de elegir.“Cada ciudadano debe y tiene que acudir a las Urnas Electorales a votar libremente”; decías. En realidad no sé a quién diablos iban a elegir porque sólo eras tú y nadie más que tú el único candidato. Pero allá iban los muy ilusos como borregos a votar a su coma-andante. Dentro de los locales, escuelas y sitios improvisados para tal acontecimiento, esperaban los militares y militantes del Partido Comunista de Cuba. Los votantes, al entrar a los espacios elegidos, ni siquiera podían intentar gritar en silencio y mediante escrito aquello que más de uno hubiese querido decir; “abajo la dictadura castrista”. No, las miradas como dagas envenenadas de tu ejército de piratas estaban clavadas en las víctimas del castrismo que no tiene otra salida y reeligen, una y otra vez a un solo y único hombre, Fidel Castro Ruz. El comunismo ya es todo un hecho en la isla “pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. Así declaman los más pequeños desde que comienzan en las escuelas sus peripecias y experiencias como futuros revolucionarios. Les es enseñado desde temprana edad que Fidel es el padre, el fifo, el caballo, el todo en Cuba y por el cual hay que morir. Una doctrina que machaca las mentes desde temprana edad y que provoca de manera macabra un envejecimiento prematuro en los sentidos de los niños. Se les inculca el odio maligno que tú sientes por el imperialismo, así continúa la cadena atrasada y nada de evolución se percibe en el ambiente. Es como si el tiempo se fuera deteniendo lentamente. De los años setenta y ochenta en adelante mandas a los escolares, cuando son jóvenes pre-adolescentes, a las escuelas al campo “a trabajar desde temprano, eso ennoblece al hombre”, decías. Y ahí iban las madres cada domingo a llevar a esos niños la comidita que más les gustaba y a ofrecerles ese calor que sólo una madre ofrece y rogando a Dios para que jamás perdieran la inocencia de ser niño. Pero Cuba endurece y es una contradicción continua. Mientras el niño es niño y tiene estudios y hace su deporte, al mismo tiempo es forzado a ser adulto, se le empuja a odiar, a trabajar en el campo porque, tú sabes, anciano, que mucha agricultura ha sido atendida por prematuros adolescentes que a apenas están comenzando a hacerse hombrecitos y mujercitas. O sea, la escolaridad es gratuita, pero no del todo, ellos mismos con sus trabajos forzados durante cuarenta y cinco días prácticamente pagaban sus estudios.
En los hogares no se podía discrepar ni hablar en contra del régimen, era y es tabú, ni siquiera en eufemismos podían ni pueden proclamarse al respecto. Los niños inocentes no podían ser testigos de las desavenencias hacia el régimen ni del disgusto de esos padres hacia un Partido por el que se apostó y por el cual sentían desilusión, no, eso confundiría a los hijos ya que esa actitud no iba acorde con lo que se proclamaba en las calles y en las escuelas. Así de sencillo. Confusión y ceguera es sembrado en los hogares y en las escuelas. Por otro lado arrancas también con la marcha constante y masiva por todos los rincones de la isla, todos tenían obligación con su presencia a rendirte obediencia en los actos patrióticos. Discurso tras discurso y la economía esfumándose por segundo. Hombres y mujeres de todas las profesiones acudiendo de manera obligatoria a los cañaverales a cortar la rica caña, había que trabajar en equipo y todos tenían que poner su grano de arena a la hora de intentar recuperar aquello que por día se iba perdiendo, todo ese sustento sólido de un país. El eco de tus palabras retumbaba por doquier, “aquel que no esté conmigo es un contrarrevolucionario, Socialismo o muerte”. ¡Por Dios! Y el miedo creciendo. El desamparo aumentando. Ante el mundo tu nombre ya era todo un condenado himno marxista que significaba "libertad, victoria, progreso, derrota al capitalismo". Un horror provocado también, cómo no, por aquellos que de manera involuntaria alimentaron y crecieron tus egos desde la distancia.
Los años ochenta. El éxodo del Mariel.
La caótica situación del país obligó a miles de personas a desear marcharse de la isla rumbo a los Estados Unidos de América. La economía cayó en picado y tú mismo decretaste abierta la crisis que atravesaba el país. En ese tiempo un grupo de opositores irrumpe en la embajada de Perú para pedir asilo político. A ellos se unen miles de personas con un sólo y único deseo, marcharse lejos de la isla. Barcos y aviones fueron secuestrados para poder huir. Cualquier vía era posible, sólo se necesitaba salir de la horrible realidad del pueblo famélico. Para los americanos era como una pequeña victoria ganada ante el mundo, con ello se demostraba el descontento de los cubanos, por lo que tú, encontrándote muy enfadado al ver que no había represalias hacia los cubanos que secuestraban los medios de transporte y dado un incidente ocurrido en la delegación de Perú en la cual falleció un policía a causa de disparos cruzados, proclamas a los cuatro vientos abierta la misión peruana para todo aquel que quisiera pedir asilo. ¡Para qué dijiste más! Una avalancha humana penetró como pudo en las inmediaciones de la embajada y aquello se convirtió en una jauría de hambrientos seres humanos. El hambre, la desolación, la disentería, el mal olor más que Yo mismo, comenzaron hacer de las suyas. Me llevé por delante a una anciana deshidratada, pero también la vida dio a luz a una criatura nueva en tierra de nadie. Todo aquel que deseara marcharse fuera del país era tachado de escoria, delincuente, parásito, gusano, insociable. Comenzó así una violenta y asesina rebelión en contra de ellos. Abriste las rejas de las cárceles y todo aquel que consideraste antisocial o peligroso para la sociedad le diste vía abierta para que abandonara el país, les empujaste a renunciar de su tierra. Era tu cuartada ante el mundo. A tus seguidores (casi todo un pueblo ciego) los bautizaste como figuras patriarcales justicieras ante las masas desertoras. Pero no sólo los gusanos y la escoria marcharon a empujones lejos de su tierra, ¡no!, diste la orden de que también muchos enfermos mentales sin su sano juicio se largaran de su isla, personas que no poseían una identidad propia y que no eran conscientes de su realidad y que vivían en un mundo inerte, vas y les dices que se vayan a otro país; ¿a dónde diablos les mandaste y por qué?; ¿qué elección de futuro podían tener esas criaturas cuando sus mentes andaban vagando en mundos perdidos y sin horizonte? Te recreaste bien desde tu hermoso sofá contemplando otra macabra batalla conseguida. Más de 125 mil personas fueron protagonistas de ese éxodo que cambió la historia y los días tanto de los cubanos que marcharon como de los que quedaron en la isla, pero te empeñaste en gritar a los cuatro vientos que todos eran escoria y lo peor de la sociedad. Sí, una minúscula parte de los más de 125 mil fueron delincuentes y enfermos mentales y continuaron siéndolo en la otra tierra (aunque no todos), pero hoy, en honor de la verdad y porque allí estuve presente llevándome a quien podía por delante, debo decirte y tú lo sabes, que en esa masiva avalancha humana antisocial (según tú) se vivieron momentos inolvidables y se dieron, a nivel general, pruebas de honor, de humanidad y de valor hasta en esa misma escoria de la cual tanto hablaste e hiciste hincapié junto con tus seguidores. A día de hoy la crueldad de tus palabras continúa teniendo su eco. La historia del Mariel se engrandeció con creces con el paso del tiempo y nada tuvo que ver con lo ocurrido en el Puerto Marioca, en donde más de 5 mil personas decidieron elegir otro futuro abandonando con ello la tierra que les vio nacer. Aquí te hago memoria de sucesos en los que yo siempre estuve presente.
Hermosa noche y aparentemente tranquila. En el ambiente huelo a miedo, a inseguridad y destierro. Paseo mi vista por las calles lúgubres y como sanguijuela penetro para ver a quién le toca marcharse conmigo. Me encuentro con un paisaje desolado. Veo a dos familias enteras encerradas en un hogar con candados y hasta con barras de hierro pero, la puerta del patio quedó abierta. Se ocultan del gentío maligno causante de tantos destrozos y encargado también de torturar como sea a todo aquel que desee marcharse de su país. “Es una escoria, un gusano y como tal debe ser tratado”; así gritaste en la televisión. Las dos familias claman a los dioses un deseo, un gran y único sueño, el de poder marcharse lejos de la misma isla que les vio nacer y a la cual aman, convertida, por esos tiempos, en una isla endemoniada patrocinada por ti y adoctrinada no sólo por un ideal político sino, además, atrapada bajo la supremacía de la misma envidia, la ignorancia, la malicia de la carne y de la misma alma del malvado. Entonces, en la oscuridad lúgubre de la noche que se antepone ante el mal que le precede, una plebe de unos setenta hombres y mujeres penetra en el hogar de los refugiados y comienzan a vociferar oprobios a los desertores del régimen; “cochinos gusanos, maldita escoria, no crean que se irán tan fácil”. Y da comienzo a una escena dantesca. Palos y cabillas vuelan en los cuerpos de las víctimas, ellos hacen resistencia, pero es imposible defenderse del todo, la mayoría les puede. Dentro de la plebe macabra, unos hombres (como casi suele pasar en situaciones extremas como estas) toman a una niña de unos catorce años y ante la mirada petrificada y horrorizada de unos impotentes padres, la fornican sin contemplación como a una pobre perra callejera. El aire se esfuma de la garganta inocente, una alianza macabra entre el dolor y la falta de oxígeno la llevan a tener una convulsión que avisa a las hienas el final de una joven e inocente vida. También, aunque de manera “natural” me llevo a la pobre madre, no es posible soportar tanto dolor, su niña ha muerto de una manera salvaje y despiadada. Los demás miembros de la otra familia, cuando comprueban horrorizados lo que se sucedía en la oscuridad de uno de los dormitorios, como lobos aullaron tristemente a un firmamento tenebroso. Llenan la casa de mierda por los cuatro costados, de huevos podridos y tomates, quedando todo grabado en las paredes e inmortalizándose como un nauseabundo cuadro espeluznante. El padre y viudo con su hijo de tres meses en brazos llora sin voz la pérdida de su reina y de su princesa. Observa al huérfano y se pregunta si por él sería posible seguir viviendo un mañana.
A esto yo le pregunto, anciano; ¿crees en verdad haberlo hecho bien? Aunque sólo un ser humano desee irse de su país por un descontento en su alma; ¡algo falla, viejo!
Me paseo sin cesar por las calles y sitios por muy recónditos que estos sean, todo me está llamando. Esta vez me introduzco en un tumulto por las calles. Cientos de defensores tuyos claman tu nombre y gritan todo aquello que consideran revolucionario. “Viva Fidel, el pueblo está contigo Comandante, pin pon fuera, abajo la gusanera”. Está más que bien dicho y hecho todo lo que sea alabarte y repudiar a la pobre gente que quiere marcharse. Cada vez que a tus oídos llegaban los casos de personas torturadas, maltratadas física y psicológicamente, decías; “es el pueblo que lucha contra la escoria”. Tú, como Poncio Pilatos, te has lavado las manos durante todos estos años, lo que hacías indirectamente decías que era el pueblo o desconocías los hechos. Pero te recuerdo aquello mismo que tú enseñaste; “tanta culpa tiene el que mata la vaca como el que le agarra las patas”. Así de claro.
Manifestaciones iban y venían por cada rincón. Pusiste autobuses en las grandes ciudades y trenes en los pueblos de campo a la disposición de los ciudadanos, todo ello para que cada cubano acudiera a manifestarse en contra de la plebe gusano. Invocabas a grito limpio y enviabas hasta señales de humo palabras que incitaban al pueblo a odiar, a cometer injusticias. Todos tenían la obligación de salir de sus hogares, todo el que se negara a participar en las manifestaciones y caminatas era tachado de contrarrevolucionario y también se abusaba de ellos, en los hogares de todos los que se negaban a participar en esa barbarie, se les arrojaba huevos podridos y excrementos, o directamente sobre sus cuerpos. Los niños, inocentes pero a la vez hasta crueles los muy condenados, fueron un motor frágil pero a su vez poderoso en estos acontecimientos. Los militantes del Partido acudían directamente a las escuelas en busca de los más pequeños de la casa, ahí entregaban decenas de cajas con tomates podridos y huevos culecos que tenían que ser lanzados a la muchedumbre antipatriota, todo ello iba acompañado de gritos de repudio. Estas criaturas con esa cólera desplayada parecían arrapiezos endemoniados, con este acto cruel demostraban prematuramente el amor por su patria. ¡Una cruel barbaridad! De manera inocente pero no menos feroz, los niños iban ya sembrando desde temprana edad la cosecha para un futuro incierto.
Se visitaba cada hogar gusano, se les obligaba a escuchar los gritos terroríficos de ofensas. En la mayoría de los casos se les pegaba con cabillas, con palos, a las mujeres las arrastraban por los pelos, los niños eran acosados por sus compañeritos en las escuelas, ¡claro, venían muy bien instruidos por sus patrióticos padres!, estos niños también tenían que defender su bandera y a su Comandante. En la capital se dieron casos de torturas y mutilaciones de dedos de las manos, de caras marcadas por navajas. Y allá por los pueblos pequeños, como suele ocurrir, la barbarie aumentaba de manera más macabra. De estas situaciones, como de la guerra, casi siempre se saca el lado más perverso y oscuro del hombre. Se aprovecha para violar, robar, expropiarse de lo más valioso del ser humano...el alma.
Quiero que observes bien esta imagen que te revivo, anciano. Es la de un chico homosexual que en su interior no deseaba abandonar la isla, sencillamente fue obligado por su condición personal, él, es sólo un ejemplo de otros tantos muchos. Su grito pidiendo vida me estremeció porque; ¡hasta yo siento dolor cuando llego de manera antinatural! Me entristece observar el poco equilibrio de la vida y de la muerte que persiste en este mundo.
Delgado y frágil como un sauce, pero también poderoso interiormente como el árbol Siguaraya. El muchacho, obligado, marchaba lejos de su país, ya no tenía cabida en él. Fue privado de su trabajo, era el punto de mira en su barrio, era una escoria como las que más. Su padre, perteneciente a tu Partido, le había rogado en varias ocasiones que se saliera lejos en donde su nombre ni siquiera se sintiera como quimera. Él no quería irse, amaba su tierra y a su madre, el único ser vivo que lo respetaba. Una tarde de manifestaciones decidió acudir a una de ellas y así demostrar que él, aunque no estaba de acuerdo con tales actos, sí amaba a su país y si era preciso vender sus convicciones de respeto a la vida por quedarse en su tierra, lo haría. Así que acudió como uno más. ¡Pobre de él! En mitad de la algarabía alguien divisó su presencia y le reconoció. Enseguida el observador comunista gritó; “ése es un gusano, es maricón y seguro quiere poner una bomba”. Para qué fue aquello. Se enzarzaron con el chico a más no poder. Sus gritos de auxilio y en defensa propia fueron imposible escucharse. La plebe sólo pegaba a otro gusano más y cuando la gula de odio fue saciada, fue arrojado totalmente desnudo a una zanja. Llegada la noche, se incorporó como pudo y se dirigió a su casa. ¡Esa madre al verlo!, se rindió ante sus pies y lamió sus heridas con su rostro bañado en llanto. Su padre, sin embargo, tomó su pistola y gritó “me has decepcionado, ¿por qué no te has marchado sin más?” Y de un sólo tiro acabó con la vida del pobre muchacho. Lo llevé conmigo por amor a su patria y por odio de su padre, ¡un padre auténtico seguidor tuyo!
No eres capaz de imaginar el daño tan grande que has causado, anciano. Yo no puedo llevarte conmigo sin que observes en esta pantalla el eco de tus acciones. Has provocado odio, disputas, envidia, has asesinado directa e indirectamente, has creado a un cubano codicioso y avaricioso, ya que gracias a las escasez de los bienes más importantes para la vida, descubren en un más allá de las mareas un paraíso repleto de posibilidades, pero también un lugar lleno de todo aquello que empobrece al alma. Has creado un pueblo de vagos y maleantes, ya que la falta de motivación a la hora de trabajar les ha llevado a buscarse la vida de manera más fácil. Ya no es tan importante estudiar una carrera, lo que más importa es conseguir dólares o euros para largarse y mudarse al otro barrio. Has matado sueños, ilusiones, creatividad, deseos, horizontes. ¡Has linchado a todo un pueblo, anciano! Por ello no puedo llevarte conmigo tan fácil. No, debes agonizar y observar una y otra vez todo aquello que mataste. Las personas, por un simple placer mundano, no abandonan la tierra que les vio nacer. Cuando se deja atrás todo lo que uno es, ¡algo muy grave ocurre!
El pueblo entero estaba revolucionado, los que quedaban y aquellos que marchaban, todos tenían un trastorno en su vida diaria. ¡La crápula cubana debía largarse ya! Generalizaron a todos los disidentes por basura humana. Una barbarie que a día de hoy continúa retumbando en muchos de los que quedaron y cómo no, en la mayoría de los que se han ido. Sabes, anciano, es muy triste encontrarse en la encrucijada en la que tú estás ahora en tu presente, y desear la muerte al ver tu nefasta obra al mismo tiempo, no, no es nada gratificante. El vacío que huelo en tu alma es insondable. Sin duda alguna esto es sólo un pequeño apunte de entre tantos otros muchos sobre la violación de los derechos humanos de la tierra que durante 50 años has subordinado.
No puedo dejar de rememorar “La masacre del río Canimar”, ni más ni menos que otro suceso más en donde murieron personas que su único delito fue desear marcharse de un país en el cual no se hallaban estables, ni seguros, ni felices. Hombres, mujeres, niños, me los llevé conmigo como víctimas del odio, de la ira, de un ideal absurdo que sólo crea pobreza, pobreza en las almas. Una vez más la noche se tiñó de color rojo vivo de sangres dispares, hubo mucho olor a Mí por doquier. Tantas almas angustiadas quedándose atrapadas en otra dimensión, que jamás pudieron ver proclamarse eso tan valioso que escasea en esta enigmática isla, ese algo llamado... justicia.
También en los años ochenta se incrementó la represión y es a finales de esta década cuando aparece el famoso y tétrico período especial. Tu pueblo por estos años (como en la actualidad) fue un foco de tensión para el mundo. Enviaste a no sé cuántos universitarios a estudiar a la Unión Soviética y a Checoslovaquia, pero no todos en realidad eran dirigidos a dichos países, ya te encargabas tú de cambiarles el rumbo a muchos y adentrarlos en guerras de ultramar, en batallas que duraron aproximadamente unos trece años. Te entrometías en todos los asuntos ajenos al pueblo cubano. Un país con unos diez millones de habitantes poseía unos 300.000 soldados desperdigados en peleas de colonias forasteras a Cuba. Después de la muerte de Lenin, de Stalin y de otros muchos más comunistas mandatarios, a posteriori te adueñaste también del ideal comunista para expandirlo por aquellos rincones inocentes y vulnerables de la tierra. Sí, los soviéticos, pioneros éstos en el Comunismo, lo hicieron bien al igual que China pero desde antes del 59 ya doctrinabas tú dicha mentira y al penetrar en el poder con una quimera asesina por ideal, te propusiste ser el líder y eje fundamental encargado de proclamar y sembrar la semilla cruel del Comunismo, ¡y claro que lo conseguiste, aunque moribundo, todavía sigues aquí! Entonces te interesó convertir a la isla en el servilismo ruso ya que con ello, por ese tiempo, la Unión Soviética se encomendaba de reflotar la economía del país a través de irrigaciones mega-millonarias de capitales y productos que se encargaban de financiar el inmenso armamento gastado en guerras que no le correspondían al pueblo. Las guerrillas entrenadas y fomentadas en la capital isleña para dichas matanzas ajenas, derramaron ríos de sangre en pro de un sueño turbio y sin un porvenir alguno y merecedor para los cubanos. Estabas armado mientras estuviste como lapa con los rusos, ¡pero nada es eterno, viejo!, los boinas rojas no te durarían siempre.
En la década de los ochenta también nace y se esparce por todos los rincones turísticos la llamada prostitución de las Jineteras y Jineteros. Comienza una era asquerosa en donde predominan la corrupción, la pederastia y el abuso de poder. Jóvenes marchando de sus hogares en busca de aliarse piel con piel con algún extranjero que les ayudase a obtener todo aquello material que les escaseaba, o, lo más importante, rogando al Altísimo encontrar una pareja que les llevase lejos de la tierra que les vio nacer; ¿por qué? Tú sabes el porqué. Buscaban lo más ansiado y valioso del ser humano. Te empeñaste en proclamar al cielo que en Cuba no existía la prostitución, que esa plaga había sido abolida desde el preciso instante en que Batista salió del poder. ¡Mentira! La prostitución es triste por donde quiera que se observe, pero más triste y repugnante es aquella que se ejerce (sobre todo cuando la ejecutan los más vulnerables, niños y jóvenes) por necesidad en busca de un horizonte libre del cual se carece.
Estaba prohibido el acercamiento de cualquier ciudadano de a pie a cualquier individuo extranjero, todo contacto por muy minúsculo que fuera era penado con la cárcel, pero todo era una funesta e hipócrita fachada. Por otro lado un ir y venir de divisas bailaba a la par de una Cuba corrupta. Policías que permitían ser sobornados por unos pocos y míseros dólares a cambio de hacerse los de la vista gorda y permitir el acceso a los hoteles a chicas y chicos jineteros acompañados por turistas extranjeros. Pero había que dar escarmiento y ante los ojos de los ciegos o de aquellos que no querían ver, metías en las cárceles a cuantos infringieran la Ley. Chicas de apenas 13, 14, 15 años en adelante ejerciendo la prostitución a cambio de bienes materiales y por conseguir una visa que les llevara muy lejos de su tierra. Se tragaban su dignidad y sus escrúpulos, se adentraban en un mundo frío y lujurioso lejos del calor paternal, sufrían, eran humilladas y violadas muchas veces por miembros de la seguridad y del orden del gobierno. Su única ilusión eran los dólares y montar en un avión. ¿Por qué ocurría todo esto? Porque Cuba no era en realidad esa bendita perla social del Caribe que tanto proclamaste. Los extranjeros iban por sus mulatas y por sus negras, muchas veces las buscaban vírgenes, muy inocentes éstas, muchas eran entregadas por proxenetas, y tú gritando que en tu isla no existía esa lacra tan despreciable, los pederastas. Hasta los corrompidos acudían a las Secundarias en busca de niñas adolescentes, tenían claro que algún que otro profesor corrupto sucumbiría por unos cochinos pesos. Así entregaban al joven cuerpo infantil-adolescente, al turista endemoniado que acudía a Cuba por esos menesteres. Estos hechos se sucedieron en esa década en un nivel pequeño y tras la fachada del pueblo, pero llegado los noventa el fenómeno de la prostitución por necesidad se vio mucho más acrecentado. Muchas chicas, cuando ya tenían un historial delictivo en la prostitución, eran encarceladas por años siendo así privadas de su libertad y obligadas a penetrar en sus almas odio, rencores, desolación, la mayoría quedó anclada en esa realidad turbia y desesperanzadora, otras pocas se agarraron a una fuerte ilusión y lucharon como yeguas para salir del encierro interno en el cual la sociedad y un gobierno mentiroso y corrupto como ningún otro, las había introducido. Todo esto no es más que otra prueba de tu mal mandato. Simple y llanamente, si un solo ciudadano insignificante vende su alma y su cuerpo por conseguir aquello que por ley humana le corresponde y de lo cual se le priva; ¡algo terrible ocurre, viejo! Falta el equilibrio en la sociedad y de eso la culpa la tiene el régimen que la rige.
Los años noventa. Mentiras, esperanzas perdidas, hambre y más asesinatos.
En 1991 cae en picado la Unión Soviética, a causa de ello crece tu imagen de dictador secundario al frente de una de las pocas dictaduras que se mantenían todavía en pie. La pérdida de toda la ayuda de los rusos precipitó lo que se vaticinaba, un colapso total de la economía isleña. Entre otras estrategias tomadas, una de ellas fue tu rápida apertura al turismo en el país. Otra ironía más de tu despiadada carrera política. Turistas de todos los rincones del planeta acudían a visualizar a una Cuba castrista que por día se iba sumergiendo en una parálisis general. Parecía que el tiempo no había pasado; ¿o si? Las joyas de la isla acentuaban su nombre como reliquias de una era colonial llena de belleza creada por la mano de todo hombre que habitó antaño la tierra descubierta por Cristóbal Colón. Catedrales majestuosas, museos llenos de esplendor, arquitecturas Románicas, Góticas, edificios legendarios, en definitiva maravillas que vivían en unión con una isla verde, colorida y bella. Con tu llegada al poder la hermosura del país fue palideciendo por día ya que desde tu comienzo una época lúgubre iba tomando el escenario principal de la isla. Cuba como tal fue muriendo con el tiempo, te dedicaste más hacer por el prójimo, por aquel que habita lejos de tus aguas, mientras que tu pueblo iba demandando ayuda, reformas, en donde todo hombre y toda mujer reclamaban los derechos de los cuales les fuiste privando. Inversiones millonarias en hoteles que nunca pudieron ser visitados por el verdadero cubano, manjares codiciados por los estómagos de aquellos que apenas tienen para comprar libremente toda aquella leche que precisa un cuerpecito en crecimiento. Hoteles y centros turísticos llenos de luces, de esplendores, mientras que tu pueblo subsiste a oscuras y envidiando todo aquello que le restriegas en la cara, todo lo que disfruta el de afuera. Matrimonios de conveniencia para huir lejos de una isla en medio de la nada. Familias enteras destrozadas por la partida de un ser querido. Dicen que Cuba está dividida, por una parte tus seguidores, por otra tus opositores. Pues fíjese bien, anciano, yo observo al mismo ser humano tanto al que te sigue como al que te desprecia, el mismo, un ser humano decepcionado, dolorido, reprimido, privado de lo más valioso, su libertad. El que marcha consigue su libertad física pero, muy dentro de su alma, continúa prisionero del recuerdo, de la tierra amada, la tristeza de la infancia vivida perturba un presente al cual muchas veces es difícil dominar. Y aquel que se queda a tu vera vive aprisionado para siempre en un mundo sin salida en donde sólo coexiste la hipocresía unida a la mentira. Como ves, la prisión del alma es la misma. Por ende, el odio hacia tu persona no decae y va a la par de una represión aumentada y creciente como un terrible tornado por todos los rincones del pueblo.
En 1992 regalas al cubano una esperanza, una luz amaneció de pronto en los corazones de los hombres y mujeres. Después de cuatro décadas de prohibición religiosa y de cualquier sentimiento manifestado a santos, vírgenes y credos, ofreces un cáliz que endulza el día a día de los seres, permites que alaben a Dios y a la virgen, que acudan a las iglesias, que resurja otra vez el bautizo y las bodas católicas. Regalas al pueblo un sueño al cual se agarran como lapas para colorear así las oscuras penurias diarias. Puede que a simple vista haya parecido ser un hermoso gesto sentido por tu parte, sí, pero todo para ti tiene un precio. Sabías que con ello domarías por varios años más a un pueblo decepcionado, sabías que mientras se dedicaban a su fe tú continuarías ejerciendo como el omnipotente materializado.
La llegada del Sumo Pontífice (de entonces) a la isla llenó al pueblo cubano de ilusiones espirituales más que religiosas. Nunca antes se había visualizado a tantísimas miles de personas oriundos del país caminar kilómetros enteros en busca de una sonrisa, de una esperanza, de una palabra, de la imagen de un anciano que les colmó con el mayor de todos los regalos. Juan Pablo II sabía que el pueblo cubano estaba hambriento de plegarias que les hiciera revivir la era de paz y de amor de la cual estaban siendo privados, el gran anciano estaba seguro del bálsamo que penetraría como tatuaje en flor en las almas de los vivos y en el espíritu de los difuntos. Fue toda una bendición verle arribar en suelo cubano. Estuviste contento, estoy seguro que en tu yo más profundo sucumbiste también a los encantos de ese señor capaz de penetrar con sus palabras y con su humilde imagen, en los corazones de aquellos que doctrinaste a tu antojo. Fueron muchas las caminatas que se hicieron para escuchar (aunque a distancia) a aquél que en tan pocas horas tanto amor entregó a ese que apodaste “tu pueblo”. Llantos, risas, cantos celestiales, esperanzas, ruegos, danzas, hasta los tambores sonaron en pos de una única ilusión pregonando el verdadero cambio que se materializaría con la llegada de Juan Pablo II. Sí, fue un gran obsequio a tu Cuba pero...nunca has dado nada por nada.
Por otro lado diste luz verde a otro masivo éxodo consentido. Permitiste que miles de ciudadanos se lanzaran a la mar en dirección de ese Norte tan codiciado para muchos. Les diste una confianza ficticia y aquello una vez más fue de locos, simplemente otro gran error. Hubo ilusiones rotas, muertes, decepciones, encarcelamientos en la Base Naval de Guantánamo, en definitiva otro sinsentido más que no llevó otro nombre que este, fracaso. También la prostitución se incrementó en los años noventa, aumentando los casos clandestinos de pederastia, de proxenetas, de vicio, en una Cuba que ofrecía una imagen intachable ante el mundo siendo tras las bambalinas una Sodoma y Gomorra del siglo XX en América Latina. Falacia, hambre, corrupción, incremento de la pérdida de valores, carencia, etc., etc...
Bueno, anciano, llegados a este punto tu historia, voy a retransmitirte ahora un suceso cruel y lúgubre provocado en tu mandato de manos de tus seguidores asesinos. Recuerda, una vez más te repito este dicho popular muy cubano “tanta culpa tiene el que mata la vaca como el que le agarra las patas”. Observa y deléitate en una madrugada de julio del año 1994. El hundimiento del 13 de marzo.
Un remolcador sale de La Habana rumbo a las costas de la Florida en los Estados Unidos. En él viajan unas sesenta y ocho personas: mujeres, niños, hombres, edades comprendidas entre los cinco meses de edad y cincuenta años. Todos salían con una misma y única ilusión, llegar a la otra tierra que les daría la bienvenida de un nuevo día. La oscura noche entra en alianza conmigo. Se avecina una hecatombe y Yo seré el protagonista de la sombría escena mortuoria. Seres humanos tan dispares pero esa oscura noche compartiendo un mismo sueño y color. Los niños, inocentes éstos ante las vicisitudes de la vida, son dirigidos por sus padres que les inculcan que en un más allá de las oscuras aguas se alcanzará un bello sueño. Los hombres, con toda una vida ya vivida buena o mala, sienten que por intentarlo no tienen nada que perder, por eso sólo se concentran y guían a sus hijos a los cuales le han vaticinado un porvenir tranquilo y sin penurias. Y ahí van, rogando a la Virgen de Regla que les acompañe en su odisea. La noche hermosa y estrellada se transfigura en mí por los cuatro puntos cardinales. Son poco más de las 3:00 de la madrugada, la hora en que siempre digo, salen los muertos. El eco de las olas se choca con el retumbar del remolcador. Todo va en calma mas, de pronto, la reverberación de dos remolcadores del tipo Polargo del gobierno aparecen de repente irrumpiendo el paso al remolcador de los viajeros. El pánico se hace dueño de la noche. Gritos dispares irrumpen en el silencio cómplice de la madrugada. Ronda un sólo propósito, no dejar vivo ni títere con cabeza y hundir el transporte que lleva consigo las vidas de seres esperanzadores. Un golpe seco y mortal asedia a la nave de los viajeros. Los cañones gigantescos de agua comienzan su tortura contra todo ser viviente gusano. Los golpean sin piedad. Mientras, en el malecón habanero, una muchedumbre de enamorados y divertidos jóvenes bohemios observan perplejos y atónitos el intento de hundimiento y de linchamiento, razón por la cual los representantes de la ley cambian la táctica y acorralan al remolcador fuera de la vista de los espectadores. Lejos ya del malecón otro remolcador asesino acecha como una alimaña traicionera, aguarda el justo instante y acto-seguido se une junto a las otras dos embarcaciones y a cañonazo limpio de agua concluyen lo que habían dejado a medias. Al ver que el remolcador víctima comienza a hundirse, el trío de asesinos da comienzo a una voraz y asesina danza alrededor del exhausto sobreviviente con el único propósito de rematar el hundimiento. Lo consiguen y se observa un remolino abrirse como todo un agujero negro en medio de las aguas oscuras. Gritos de desesperación y de pánico estremecen al firmamento. Los cuerpos de los vivos se transforman en plumas frágiles y fáciles de tumbar al agua. Las madres, sujetando como pueden a sus hijos, los aprietan en sus pechos con la fuerza omnipotente del amor maternal. La impotencia penetra en las almas angustiadas. Las miradas aterradoras quedan grabadas para siempre en las pupilas de los sobrevivientes. Mueren y mueren sin piedad treinta y seis personas, niños inocentes e indefensos, madres desesperadas, padres impotentes. Todo huele a mí y no me recreo en ello ni me compadezco, no, no existo con sentimiento pero me estremezco ante lo injusto y a veces, sin estar escrito, ante la manera de presentarme frente a la vida que se ama. Arrebato el último aliento de una mujer desesperada que lucha por la vida, su corazón no soportó tanto dolor e injusticia razón por la que perece dejando de latir cayendo inerte su cuerpo al agua, pero bendito cuerpo que después de muerto sirve como armadía a los vivos náufragos que se prenden a ella como en súplica de vida ¡Mira las proezas de las madres sobrevivientes!, que rebuscan la fuerza salvaje que sólo ellas saben tener para proteger a sus cachorros. Pero, tristeza e ironía también de la vida, no siempre una pobre madre puede salvar a todos sus hijos al mismo tiempo, no, doloroso y marcado queda el corazón de ella cuando observa al sobreviviente viendo en él la imagen del otro hijo, ése, el que Yo le arrebaté sin piedad. Pero el amor lo puede todo y ella como una fiera hambrienta de sus retoños desfoga en el vivo todo amor por entregar y se refugia en él para embalsamar la perra herida tatuada por la partida del muerto.
Ya partido por la mitad el remolcador se hunde y con él treinta y seis vidas arrebatadas de manera injusta. Alegas ante el pueblo que todo fue un accidente, que nada tuvo que ver tu partido, pero, tú sabes viejo anciano, que la voz de mando fue la tuya, que quien mandó a ejecutar la terrible hazaña no tuvo otro nombre posible, sólo el tuyo; Fidel Castro Ruz. Un asesino que se llevó por delante a personas inocentes entre ellos los más vulnerables de la vida humana, los niños, inclusive un bebé de cinco meses que amamantaba de su madre para así tomar la fuerza ante la vida. Diste la orden de aniquilarlos por el simple hecho de dar un escarmiento para detener las salidas ilegales. Tu nombre tenía que continuar siendo una lanza poderosa ante el pueblo, nadie podía ni puede burlarlo. Eres egoísmo, codicia, poder maligno. Este crimen para mí es uno de los más crueles de todos los que has cometido, porque además es un crimen que ha quedado impune ante la justicia del hombre. Debes pagar por ello antes de marcharte al otro mundo.
Ahora que visualizaste conmigo cada instante de esta violación masiva; yo le pregunto a tu alma en ese lecho en donde dormitas si es que ella puede responderme. ¿Qué quedó de esa oscura, horrenda y triste noche? El silencio te apodera, ni si quiera tu espíritu puede responderme, no importa, yo te lo digo. Quedaron gemidos sumergidos en un mar de llantos, madres y padres huérfanos de sus hijos, hijos huérfanos de sus padres, todos perdidos en un océano de mentiras y de dolor. Viudos, amigos, familiares, seres que perdieron el habla con tanto grito de piedad y justicia, bramidos que apenas han sido escuchados. Ha quedado soledad eterna, vacío, impotencia, desolación de sobrevivientes y de las familias de las víctimas, sollozos nocturnos astrales de las almas sacrificadas, lamentos de esas almitas de los niños que se empeñan en repetir la bella escena sucedida antes del funesto desenlace, escenas hermosas llenas de ternura en donde aún el cordón umbilical eterno de la madre y el hijo todavía no había sido malherido. Estos pequeños no aceptan su nueva naturaleza y sollozan sin cesar como sirenas angustiadas en la noche, llantos que pueden ser escuchados por algún náufrago intuitivo. Quedó de todo en aquella lúgubre noche pero, ¡de justicia, nada! ¿Cómo crees que puedo llevarte conmigo de manera lujosa? No, marcharse dulcemente de este mundo es un regalo que se comienza a cosechar y a ganar desde el preciso instante en que se viene a la vida física y tú, anciano, ¡hoy por hoy no gozas de ese maravilloso privilegio!
¡Tiembla, siento tu miedo, siénteme, tu piel se eriza, tienes frío, mírame!, observa a todos los muertos que te rodean, a todos los que tus secuaces llevaron a la tumba de una manera endiablada. Anciano, ¿cómo sientes mi frialdad tan de cerca? No tiembles, ahora no te llevo conmigo, no, sufre y recréate con tu obra, recién estoy comenzando a mostrarte todo tu teatro dantesco. Así, busca el arropo de algún vivo que te calme, mas hoy por hoy no hallarás a ninguno. Busca a los muertos que según tú te aman, no, ellos no pueden acercarse a éste, tu enjuiciamiento íntimo, solos tú y Yo, La Muerte, la misma que a tantos me he llevado bajo la supremacía de tu mando. Sí, este frío que sientes soy Yo, no temas, sigue visualizando tu cuadro pintoresco de dolor, de sangre, de codicia, de hambruna a de todo, ¡mírame y siénteme anciano!, aún no te vas conmigo, aún la noche es joven, mañana, si es que amanece, Dios dirá.
Nuevo siglo. Llegada de una nueva era a nivel mundial
El nuevo siglo entró con una ligera visión de una posible transición en la isla. En la década del 2000 te preparas para traspasar a tu hermano el mandato del Gobierno, fue en el 2011 cuando le cediste tu lugar haciendo hincapié en continuar preservando el sistema socialista-comunista en el país. Del año 2000 hasta los días de hoy, 2014, comenzaste a decaer físicamente porque hasta la salud más potente llega a su fin. Tú has aguantado, caballo, tal y como te has hecho llamar “yo soy el caballo”, has soportado viviendo con tanto odio a tu alrededor de millones de seres que en una era confiaron en ti, has soportado vivir gracias a tu poder, porque eso sí lo has tenido y has crecido como la espuma, también porque fuerzas oscuras del más allá te han dado brío hasta tal punto que ni Yo he podido acercarme a tu vera. Llevo intentando hallar resquicios genuinos y valiosos de tu paso por el poder, y sí, has hecho bien por la isla pero es mucho más el mal que dejas como el mayor de todos tus legados. No puedo, por mucho bien que hayas ejecutado, quedarme prendido en tu bien cuando tanto mal has engendrado, no, no puedo, hasta Yo que soy La Muerte tengo también mi concepto sobre el valioso precepto de la vida.
Y cómo no recordarte a esos pobres enfermos mentales del psiquiátrico de Mazorra, tanta negligencia y tanta corrupción han llevado al límite de su existencia a decenas de ellos que han muerto como siendo víctimas de un verdadero campo de concentración, perdidos en laberintos demenciales por el mero hecho de estar “locos”. ¡Ay, anciano!, tú has conocido todo cuanto se ha movido en la isla, absolutamente todo, pero no tuviste tiempo para hacer por la verdadera gente vulnerable. Comencé diciendo y engrandeciendo tus comienzos (aunque a día de hoy ha quedado claro que estos han sido minúsculos), ahora casi concluyo con un eco de súplica en justicia porque no te llevaré tan fácilmente sin hacer que te recrees una y otra vez en tu paso por la isla en tu condición de Comandante.
En tu isla se luce una Sanidad lujosa y con opulencia para los mandatarios y para el extranjero, mofándose grandiosa Sanidad ante otra muy distinta y tercermundista para el pueblo, siendo ésta última una Sanidad pueblerina que provoca un horror incomprensible al carecer de lo más esencial para atender a los enfermos y pacientes con los simples cuidados primarios. También una Sanidad en la que trabajan muchos que fueron obligados a ser enfermeros (siempre has presumido de un país en donde tu gente es profesional en la rama de la Sanidad, así sean algunos incompetentes no importa, lo que importa para ti es el número de personas que "laboran" aunque sin vocación en muchas profesiones, sobre todo en esta rama). Se han dado casos, y muchos, de profesionales que han faltado y faltan al sagrado precepto de respeto a la vida por carecer de la vocación primordial que se precisa para ejercer en la Sanidad, esas han sido y son personas que violan los derechos de los enfermos y que trabajan en hospitales y en ambulatorios dignos éstos (edificios y centros) de ser juzgados por su gran deterioro y abandono y por las escaseces de medicamentos y de los utensilios más básicos. Todo esto unido a una pobreza extrema del país, a la falta de higiene en las calles y en los hospitales y en centros ambulatorios del pueblo, unido también a ese ensañamiento de la madre naturaleza en emanar su rabia en la isla a través de huracanes destructores que provocan inundaciones y que por la pésima infraestructura y abandono de las calle se crean charcos inmundos que son el cobijo de mosquitos y de bichos y de fangos putrefactos, dando paso a la resurrección de enfermedades ya extinguidas en la isla como son la Malaria, el Cólera, el Dengue, disenterías, etc. etc. Todo esto es provocado por tu mal mandato. Teóricamente esto no debe suceder en una isla que es cuna de la buena medicina mundial y en donde existen muy buenos profesionales, profesionales, cabe de paso recordarte, que son enviados al extranjero para ayudar al prójimo más pobre y vulnerable que habita en países necesitados, y esto es un acto heroico y altruista de tu parte...pero, ¿y tu pueblo? Sencillamente muere lentamente.
Me paseo por las calles y, ¡mira, anciano, mira todo cuanto veo! Una futura generación decepcionada y acostumbrada a no querer estudiar, para qué, si médicos, abogados, ingenieros, etc. se dedican al negocio permitido haciendo de todo menos ejerciendo en sus profesiones. Personas con dependencias clandestinas con la única intención de obtener euros, dólares a causa de lo que sea, sólo así podrán sacar adelante a sus familias. Paseando continúo viendo el incremento de la pérdida de valores, de personas con desganas y danzando por unas calles destruidas con la misión diaria de encontrar algo para echarse a la boca. Edificios majestuosos destruidos se funden en un panorama arrasador. Coches reliquias que todavía hoy se pueden contemplar en Cuba gracias el empeño del cubano (cosa buena, sí señor) que se encarga de mantener con vida en la carretera a esos carros que juegan su papel importante en la isla, porque reviven, sin duda alguna, una era de desenvolvimiento que hizo brillar antaño a la isla antillana.
Años y años aprovechándote de un Bloqueo absurdo (ya hoy tan absurdo como tu mandato) que en sus comienzos (como te dije anteriormente) no fue más que una manera justa de responder ante tus expropiaciones, con el pasar de las décadas el eco de ese Bloqueo fue palideciendo ante una realidad palpable de gastos internos y externos de armamentos y de gastos por y para el turista con un único beneficiario, tú y tu gobierno, siendo a su vez el pueblo (tus pobres ciudadanos) el único afectado de tu despilfarro. Fuiste empobreciendo a una isla que fue cuna de riqueza, el embargo realmente se lo has provocado tú a tu pueblo, creo que a estas alturas de mi película retrospectiva ya habrás más que comprobado la dimensión de tu desastre. ¡No! Hay voces de ultratumba que claman justicia, hay voces de vivos que perdieron su habla por causa del miedo. Hay mujeres y niñas jóvenes muy doloridas por haber entregado su virginidad a hombres inmerecidos, ellas lo hicieron por una única misión, irse de la isla, o no, tal vez lo hicieron para sobrevivir a costa de perder ese capullo en flor. Miles de madres que no pudieron enterrar a sus hijos porque me los llevé en mitad de campos ajenos, o en mitad de las aguas de nadie, a muchos de los cuales tu ejército lanzó a las aguas tempestuosas y oscuras en la noche, esos muertos caídos a los cuales adentraste en guerras que no les correspondían. También hubieron muchos héroes que te quistaste del medio conmigo mediante el paredón, porque claramente viste un posible golpe de estado siendo éstos héroes una amenaza para tu Cuba socialista-comunista-castrista. Hombres y mujeres ahogados en alta mar cuando se lanzaron en vía de una esperanza. Presos encarcelados por defender sus valiosos ideales de libertad, presos que son maltratados a los cuales se les priva de todo derecho humano. Viudas, madres, hijas, hermanas, que danzan por las calles gritando “libertad para sus presos”, siendo éstas pisoteadas por gente ignorante de la tuya que todavía sigue inmersa en la ceguera que tú has provocado en ellos. Dolor, hambre a de todo, injusticia y muchísima sangre derramada, seres deseando marcharse de su tierra en busca de un mañana y encontrándose, en muchas ocasiones, con desengaños, con injusticias que también coexisten por el mundo. Desamparo y hambre e incomprensión, dolor, sangre, traumas, patologías mentales dispares, de todo has dejado con tu macabro mandato. Largas décadas interminables que por mucho tiempo perdurará como eco en la historia.
Aquí y ahora solos tú y yo
Tu piel amarillea, estás pálido como una vela, apenas puedes mover ni tus manos ni tus piernas. Tus ojos tiemblan mirando a un techo en donde las almas se aglomeran con sonrisas y lágrimas en los ojos diciéndote sin palabras “te estamos esperando”. Estás aquí en mitad de la noche. Respira suavemente, anciano, no te agites, aún no he terminado, volveré una y otra vez a revivirte todo cuanto hiciste y todo cuanto se hizo en tu mandato. Debo hacerlo porque, aunque todo tiene su eco en la eternidad y todo tiene su razón de ser, la justicia siempre debe ser imperecedera e imparcial. El hecho de que estés como casi un vegetal no te exime de tu culpa. No, como mismo entraste por la puerta grande debes marchar con una pizca de humildad y de grandeza y como mínimo que tus últimas palabras sean las de “lo siento, mi pueblo, perdón, gracias por todo cuanto me habéis entregado". Es lo mínimo que desde este lecho frío y lúgubre puedes gritar a tu pueblo. Un pueblo que está casi tan muerto como tú. Así que respira y tranquiliza a tu alma temblorosa, no estás solo, Yo estoy aquí y estaré hasta inhalarte tu último suspiro. Yo, Doña Muerte.
Con amor profundo: Yirka Gonzalez







Comentarios